Tan solo recordar que un día fui volcán entre sus brazos!!!!!!!!!!!!!!
Palabras heavys para sentimientos intermitentes
¿¿¿¿Sabes aquella canción que dice…????
Que nadie piense en mí,
soy diferente hoy,
aquel que me llenó la vida
ya no vive aquí.
La voz que me cantó al oído
ya se marchitó
y el sol de su mirada
ya se fue...
ya nada cambiará,
volver a comenzar es imposible.Se me apagó la voz aquella tarde
que no me queda nada que decir.
Pues esta es la típica canción que me pongo a modo de “dos dedos en la garganta para vomitar” cuando tengo algún sentimiento atravesado y necesito irme hacia abajo para luego subir más ligerita, ¿sabes lo que quiero decir? ¿Tú también lo haces, querida destinataria, eso de purgarte a nivel emocional? ¿O crees que debería buscar a alguien para que me revise por dentro?
OTRAS MOVIDAS:
Como ya comenté (creo) he empezado a hacer un poco de bullet journal pero bien sencillito, y es increíble lo bien que sienta eso de apuntar lo que tienes que hacer en un sitio y revisarlo y sentarte 3 minutos al día a repasarlo y reordenarlo y que A VER que puedes hacerlo perfectamente con una agenda ya standard, pero el caso es que yo ya lo intenté en su día varias veces y no era bien bien igual???? No tenía tantas ganas de ponerme en ello, sabes????? Es como si hubiera algo en el pintar cada línea y cada recuadro, cada personalización que haces y que es tuya y es una visión básica y simple sin una aesthetic impuesta por nadie que no seas tú que hace que bueno, parece que, FUNCIONE Y TE ENTREN GANAS DE SEGUIR.
Creo que nos hemos acostumbrado a que todo ya esté hecho para nosotrxs que volver a hacer cosas con nuestras manitas de ratita, por muy básicas que sean, pues nos hace expandir un poco la mente, que falta nos hace.
UNA REFLEXIÓN - por favor los ojos en blanco me tienen obsesionada (probablemente la idea fuera que pareciera que tiene los ojos cerrados, pero a mí me gusta pensar que son ojos en blanco):
UN RELATO:
Como ya comenté, he estado haciendo un taller de relatitos en una biblioteca que me ha sentado muy bien y que me ha hecho tener que entregar deberes, los cuales pretendo reciclar para esta newsletter. Este, TREMENDAS VIBES - EXTENDED VERSION, es la versión extendida de un ejercicio de 5 líneas, que ahora es un relato de 1.822 palabras. ASÍ QUE NADA, voy a ir por entregas.
Aquí van las primeras 727 palabras:
TREMENDAS VIBES - EXTENDED VERSION (parte 1)
“Me da vibes como de kgs y kgs de cocaína” no es algo que una hija pueda decirle a una madre, de eso Manuela estaba segura. Nela se había pasado de la raya (uy, menudo chiste fácil, estoy sembrada) al hablar así de su último cliente. Ese día, Manuela estaba molesta por la imagen que todos tenían de ella: impaciente, cabezota, y también, un poco puta. «Pero si supieran que fui yo la que mató a Pedrito, otro gallo cantaría», concluyó para sus adentros. Manuela se había despertado muy temprano esa mañana, como a las 7, algo inusual en ella. Nela ya había salido para ir a trabajar, así que, como no lograba dormirse, decidió limpiar la casa. Ahí yo creo que fue cuando empezó a ponerse agresiva y a perder el norte, al encontrar un porro escondido dentro de una cajita de metal roja en forma de corazón debajo del colchón de Nela. «Si hay algo de lo que estoy segura, es que no existe ni una sola persona en este mundo que no mienta. Imposible fiarse de nadie», solía decir siempre Manuela, y otra vez, igual que con Pedrito, su hermano pequeño, la realidad le daba la razón. Se encabronó (más que de costumbre), pensando en que el día antes, justamente, Nela le había prometido que no, que no estaba fumando ya, que había dejado todas las drogas, que a ella lo que le iba ahora era mirar vídeos de Instagram de gente cortando hortalizas, así muy finitas, que eso le daba paz: «veo a una asiática en su cocina blanco nuclear cortando finas lonchas de calabacín y colocándolas una a una en un tupper que parece una caja fuerte y es que me relaja, mamá, qué quieres que te diga, tía, es mi nueva droga» (sinceramente, visto así, la entiendo). Así que Manuela, furiosa, decepcionada y con ganas de matar, empezó a llamar a todos los familiares con los que seguía teniendo trato, para decirles que ella tenía razón, que no sabía para qué le habían obligado a quedarse ese bebé, si ella lo que quería era abortar, y ahora mira, si ya lo sabía ella, 19 años después, que había metido al enemigo en casa, que ella lo aguanta todo, menos que le mientan. Obviamente (como era de esperar), nadie le cogió el teléfono. «Eres una histérica, siempre quieres salirte con la tuya, no es mi culpa si elegiste ser puta, ahora a apechugar», le dijo su madre la última vez que discutieron. «Que sí, que ya te hago el bizum, pesada», le dijo Carlos, su cliente estrella, el mismo al que se refería Nela, el que siempre aparece por su casa cuando le da la gana a las tantas de la madrugada a pedir un servicio estilo “Circo del Sol” y, a pesar de dejarla siempre agotada y consumida, luego le cuesta soltar billetes. «Cojo tu moto para ir a la cena pero a las 11 como tarde estoy en casa», dijo Pedrito, y luego tampoco fue. «Mamá, no es para tanto, solo es un porro. Además, ¿y tú qué?», contestó Nela, su hija, cuando se lo sacó del bolsillo de la bata para mostrárselo. «Yo qué de qué», contestó Manuela, un poco queriendo evitar una pelea y a la vez, buscándola (¿entienden a lo que me refiero?), porque una hija, por muy hija de puta que sea, siempre le debe respeto a su madre. Entonces fue cuando Nela empezó a rajar de lo puta que era, de lo asquerosos que eran sus clientes, «mira Carlos, el cocainómano, que viene a casa cada dos por tres, a ver si te crees que no me entero», así que Manuela no pudo más con tanto ataque y solo le dijo tres frases: la primera, «ese cocainómano del que hablas, resulta que es tu padre»; la segunda, «ya te he dicho mil veces que no me gusta que me mientan» y la tercera, «aunque no te guste, soy tu madre». Pero esto no hizo más que escalar la oleada de reproches, y Manuela no podía más con tanta presión y tanta palabra afilada así que resolvió. Tal y como hizo con Pedrito, redujo a Nela a un cuerpo reducido en cenizas, un polvo denso y áspero que guardó en la cajita de metal roja en forma de corazón segundos antes de acabar con su vida.
mi canción purgatoria es qué nos va a pasar de la buena vida versionada por reina republicana, mano de santo
Likeando incluso antes de terminar de leer. Luego vuelvo.